Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1697
Legislatura: 1901-1902 (Cortes de 1901 a 1903)
Sesión: 2 de noviembre de 1901
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 50, 1195-1196
Tema: Mayoría de edad del rey

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): No voy, Sres. Diputados, a contestar al discurso del Sr. Alba; pero S. S. ha manifestado ciertas ideas y ha tocado determinadas cuestiones desde un punto de vista tal, que no puedo dejar pasar sus palabras sin alguna rectificación.

El Sr. Alba, que no quería ser político, ha resultado el hombre más político de España.

Su señoría, que pertenece a un partido que se llama de unión nacional, sin más ideales que los ideales económicos, nos ha hecho el programa más amplio que aquí ha proclamado Diputado alguno de ninguna fracción ni de ningún partido. Pero el señor Alba ha manifestado ciertos temores respecto a nuestro porvenir, y los ha manifestado por la mayoría de edad del Rey. Declaro que S. S., que se ha llamado monárquico, no ha tratado esa cuestión como puede y debe tratarla un buen monárquico; la ha tratado como puede y debe tratarla un adversario de la Monarquía, que, no teniendo valor para ponerse enfrente de ella, expresa recelos y temores para el porvenir, por las circunstancias especiales en que se encuentra la Monarquía. (Muy bien.)

Claro está que sería mejor que el Rey entrara a reinar en edad más madura, pero la ley es ley, y la [1195] ley hay que cumplirla. Y, ¿qué dificultades y qué obstáculos va a tener el cumplimiento de la ley? ¿qué dificultades, qué obstáculos ha tenido el cumplimiento de la ley en épocas análogas y en circunstancias semejantes a éstas? ¡No parece sino que son dificultades nuevas, con las que no hemos tropezado jamás en nuestro país y que no se hayan presentado nunca en ninguna otra nación!

No eran seguramente más tranquilizadoras las circunstancias de España al advenimiento de Don Alfonso XII al trono; no eran tampoco más favorables las circunstancias del país cuando llegó la mayor edad de Doña Isabel II; y no era más despejada que la situación en que nos hallamos en España, la que atravesaba Inglaterra cuando subió al trono de aquella nación la reina Victoria.

Pues bien, Sres. Diputados, poca más edad que ahora tiene su augusto hijo, contaba Don Alfonso XII cuando ocupó el trono de sus mayores; y reparad: hoy uno de los que abrigan más temores por la mayor edad del Rey, el Sr. Romero Robledo, está trabajando activamente, y con razón, y muy bien, para erigir una estatua a aquél monarca por lo bien que cumplió su misión, a pesar de la corta edad que tenía cuando subió al trono. (Muy bien.- Aplausos en la mayoría).

Menos años que Don Alfonso XIII cuando ocupe el trono tenía Doña Isabel II cuando se declaró su mayoría de edad; y Doña Isabel II, a pesar de eso, alcanzó uno de los reinados más largos, y en el cual, dígase lo que se quiera, el régimen constitucional venció al régimen absoluto y en él empezamos a gozar los primeros albores de la libertad en España. (El Sr. Azcárate: Y donde sucedió lo de Olózaga.)

Poca más edad, muy poca más que Don Alfonso XIII cuando ocupe el trono, tenía la reina Victoria cuando subió al de Inglaterra y la reina Victoria alcanzó el reinado más largo y más fecundo de su país, durante el cual ha tenido la fortuna de unir a los tres grandes Estados de Inglaterra el inmenso imperio de la India; y al morir, ha dejado bajo su cetro el dominio de medio mundo. (El Sr. Azcárate: Como aquí.- Rumores.).

Pero la reina Victoria no encontró así la Inglaterra, sino que la halló en situación bien desgraciada; y el argumento es éste:

Si la reina Victoria habiendo subido al trono en tan temprana edad, casi la misma edad que hoy tiene Alfonso XIII, hizo de un pueblo corrompido como estaba aquel uno de los pueblos más grandes de la tierra, ¿qué razón hay para que aquí no pueda hacer Don Alfonso XIII lo mismo? (Aplausos.)

No; no hay motivo para esos temores; no hay que abrigar esos recelos; lo que se necesita es fe en el porvenir, buena voluntad, alientos, patriotismo y, sobre todo, juicio; y con esto sólo yo tengo la seguridad de que hemos de salvar al país, y tengo la seguridad también de que el reinado Don Alfonso XIII será próspero y feliz. No tengo más que decir. (Aplausos).



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